29 agosto 2007

In memoriam

Este post está dedicado a la memoria de una gran persona, una mujer digna de admiración, que dedicó su vida a los suyos, su marido, sus hijos, sus nietos y sus nueras y yerno (siempre dijo que para ella eramos hijos también y así lo demostró en todo momento).

Siempre recordaré el momento en que mi niña me dijo que su madre se moría. Nunca hasta entonces me había enfrentado tan de cerca con la muerte. Sabes que está ahí, ves como la gente va y viene, muchas veces sin despedirse y piensas sobre ello, pero nunca estás preparado para que ocurra tan cerca de tí. Es horrible saber que a una persona a la que amas le quedan simplemente unos meses de vida y que el tiempo siempre va en contra, vives restando, pero no sólo el reloj te lo va recordando, sino que la maldita enfermedad que se la llevó va haciendo mella en su cuerpo tan rápido que no hace falta ser muy habil para darse cuenta de lo que está pasando.

Para mí ha sido terrible por varios motivos, el primero como he dicho anteriormente es que se va una persona a la que amas y el segundo es que tienes que ver como la vida de la persona a la que más quieres se desmorona. Ves como detrás de su robusta armadura recién adquirida hay un mundo de dolor, sufrimiento y profunda pena. Como en su corazón se ha abierto una herida que ni el tiempo será capaz de cerrar. Y, sin embargo muchas veces te preguntas como es capaz de aguantarlo con la entereza que demostraba cuando estaba con ella, sin separarse, día y noche, sabiendo que cada segundo era único. Eso nos ha traído más de un disgusto, pero ella sabía (y yo ahora) que nada ni nadie podía separarlas y que todos nos ibamos a sentir profundamete orgullosos de ello.

Desde estas líneas te quiero pedir perdón porque en ocasiones yo no he sido tan fuerte como tú, no estaba preparado para lo que se me vino encima y fuí egoísta. Creo que comprendes que yo también sufrí, pasé miedo y a veces la situación me superó.

Cuanto la quise. Cuanto se pierden esos de los chistes de suegras, apenas compartí dos años con ella, pero ese tiempo fue suficiente para quererla como una segunda madre, una persona que siempre me defendía cuando cualquiera se metía conmigo, que regañaba a mi pequeña cuando me gruñía y que hasta el último día preguntaba por mí constantemente cuando no estaba a su lado.

Lo que más me duele es que encima todo se torció antes de su muerte. Nunca las desgracias vienen solas y una operación de rodilla casi me lleva a mi antes que a ella. Esto hizo que no pudiera estar a su lado todo lo que hubiera querido (al lado de las dos) y que sufriera tontos ataques de egoísmo que me hacían sentir mezquino.

Por todo esto no me volví a poner delante del teclado hasta hoy. No me sentí con fuerza, aún hoy, meses despues de ello se me hace un nudo en la garganta y se me saltan las lágrimas mientras escribo, pero era una deuda que tenía pendiente y sentía que debía hacerlo.

Siempre te querremos.