09 noviembre 2006

Un buen día

Hoy es un buen día, son las 4 de la tarde pero he decidido que hoy es un buen día. ¿No os pasa que algunos días desde que os levantais os dan ganas de volver a meteros en la cama? Te levantas con una llamada del trabajo, con alguna queja, algún reproche, algo que tienes pendiente de solución y que durante el día te lo recuerdan veinte veces, sales de la cama, llegas al trabajo y tu mesa está repleta de papeles, de engorrosas gestiones que no sabes como sacar adelante, todo se tuerce, dan ganas de hacer plof y desaparecer, pero no puedes porque vayas donde vayas los problemas te persiguen y probablemente sólo haya un regazo donde acurrucarte y esperar que las aguas vuelvan a su cauce y todo vuelva a ser como antes.

Pues bien, hoy es uno de esos que según empiezan sabes que es un buen día. No ocurre nada especialmente bueno, pero todo te parece maravilloso. Sabes de antemano lo que vas a hacer (con un cierto margen de error) pero no importa, no esperas sorpresas. Solo abres los ojos, ves algo bello y piensas, este día va a ser genial. Pasas la mañana de trabajo bastante bien, incluso bromeas con algunos clientes y sonries esperando que llegue la hora de comer y vuelves a casa, de buen humor. Nada más entrar saludas efusivamente, sabiendo que nada te va a estropear el día, que hoy no puede pasar nada malo. Es una sensación increible, te sientes invencible, tu vida es un éxito. Sabes que es algo pasajero, que quizá mañana sea lo contrario, pero disfrutas, te das cuenta de que estos momentos son irrepetibles y lo gozas, como cuando de pequeño saboreabas el único sugus que le quedaba a la abuela.

Por eso, he decidido volver a escribir, porque no me gusta escribir sobre la tristeza, me gusta escribir sobre cosas felices, sobre el amor, sobre la alegría y si puedo permitirme un lujo, sobre la melancolía.

Así quiero saludaros a todos de nuevo, y deciros hasta mañana. Ojalá mañana vuelva a sentirme así.

No hay comentarios: